viernes, 5 de noviembre de 2010

DIVINO TESORO - CAPITULO 11 - BETINA KRAHN

CAPITULO 10

— Santo qué? — Sterling Renville preguntó, cuando Robert Rennier entró en la sala de la mansión para invitarlo a una fiesta en la plaza de la villa.
— Boulangeron. — Rennier se esforzaba para que su sonrisa fuese convincente.
— Nunca oí hablar de ese santo.
— Él es muy querido por aquí... Es el patrono de Culpepper. Protege las cosechas y otras cosas. — Rennier no podía ser más específico respecto a un santo que no existía. — Siempre hacemos una fiesta en su día para agradecerle.
— Agradecerle ? Ustedes deberían agradecerme a mí por dejarlos continuar viviendo en mi propiedad aunque nunca hayan pagado por el arrendamiento de las tierras. La fiesta de San Sterling debería ser...
— También queremos agradecerle a usted , barón. Todos se pondrán muy tristes si no asiste a la fiesta.
— Pero que se pongan tristes! — Renville cruzó sus largas y musculosas piernas y se recostó en la poltrona. — No estoy de humor para fiestas.


Sin embargo, a la noche siguiente, después de un día agotador , Renville tuvo que admitir que necesitaba un poco de diversión. Había visto a la gente preparando la plaza para la fiesta y quería compañía. En la sala de cenar, un bufe frío había sido preparado para él, que no tenía hambre, y , por eso, se sirvió un poco de vino oporto y fue a relajarse a la sala de música, delante del piano.
— Con permiso , barón. — Era la señora Treacle, parada en la puerta. — Si no me precisa más , me gustaría ir a la fiesta. Está seguro que no irá?
— No estoy de humor para salir — Sterling mintió.
— Si cambia de idea, será bienvenido. Es una fiesta sencilla , pero muy animada — dijo el ama de llaves , antes de pedir permiso y retirarse.
Sin la presencia de los criados, la casa se puso todavía más silenciosa y melancólica que de costumbre. Renville intentó animarse diciéndose que pronto terminaría lo que tenía que hacer allí y se marcharía para siempre de ese lugar horrible. Entonces, de repente, sin saber qué extraños demonios lo impulsaban, salió de la mansión y comenzó a caminar en dirección a la pequeña plaza de la villa.
Un violinista y un flautista, acompañados por la cadencia exótica de un tambor, tocaban una música extraña, pero agradable, y la gente bailaba en una pista de danza rodeada por mesas repletas de comida de los más variados tipos.
Renville observaba todo sin ser visto. Por alguna extraña razón, sentía como si hubiese algo que no encajaba en esa escena. Le llevó unos minutos darse cuenta que era. La fiesta era exuberante , y la gente demasiado bien vestida para un pueblo que decía no tener dinero. Impactado, se quedó observando, hasta que Robert Rennier lo vio y se aproximó.
— Barón! Vino! Ahora la fiesta realmente será completa.
— Si — murmuró Renville, cuando los dos se arrimaron a una mesa al lado de la cual había muchas caras familiares.
Allí estaban la señora Treacle, Collette Rennier, Collin Dewlap, Benton Hegley y también Buck y Annis Barrett, quienes se levantaron para saludarlo con excesivo entusiasmo. Lo hicieron sentar , y Buck le trajo una copa de su famosa aguardiente de manzana.
Todos notaron la rígida postura del barón y sabían el motivo. Después de todo , era obvio que, además del día santo patrono , la gente de Culpepper también estaba celebrando el hecho de haberlo engañado y haber conseguido mantener parte de sus bienes. Allí, a la vista de todos , estaba la prosperidad que le habían escondido en las últimas semanas.
Renville no era idiota , y , seguramente, estaba furioso.
— Qué le parece , barón? — Buck preguntó, sentándose al lado de él.
— Creo que donde hay humo es porque hay fuego — respondió Renville, dejando a Buck confundido.
Qué quiso decir con eso?, Buck Barrett frunció el ceño. Después de todo , él era un hombre sencillo , no entendía indirectas o acertijos como su hija. Tal vez el barón y Treasure tuviesen algo en común. Por lo menos, hablaban la misma lengua confusa.
— Y dónde está su hija, Barrett... Su hija ... la inteligente?
— Ah — Buck miró a su alrededor —, Debe estar por ahí, conversando con la gente . Oh, ahí está ella! — exclamó, señalando a Treasure, quien conversaba con los Riccard.
Renville empalideció al ver a Treasure, quien lo observaba con una sonrisa triunfante en su bella cara .
Como siempre, usaba el vestido azul marino y el delantal blanco, y sus largos cabellos castaños estaban sujetos en una gruesa trenza que le caía hasta la mitad de la espalda .
Renville tomó la segunda copa bebida que le sirvieron , haciendo que Buck la llenase una vez más . Estaba enojado por haberse dejado engañar con tanta facilidad.
Y todo era culpa de Treasure Barrett. Debía haberla poseído cuando había tenido la oportunidad de hacerlo. Era un idiota importante . Debería haberlo hecho aunque sólo fuese para aplacar su lujuria. Pero no era demasiado tarde . Treasure Barrett tenía que pagarle su deuda , y cuanto antes, mejor.
Se levantó , ligeramente atontado, y fue hacia ella.
— Tu excepcional educación debe incluir el baile, sin duda — él la provocó, sacándola a bailar.
— No — Treasure levantó el mentón en un gesto desafiante . — Los filósofos no bailan . Afinan los instrumentos para otros bailen.
— Puede ser, pero, créeme muchacha, esta noche bailarás. Te escapaste de un trueno para ser alcanzada por un rayo.
Desde sus lugares, Buck y Robert Rennier intercambiaron miradas de complicidad y sonrieron al ver a Treasure y al barón conversando. Se sintieron todavía más animados cuando comenzaron a bailar en medio de las demás parejas.
Sin embargo, cuando la música terminó, Treasure se apartó de él y volvió a mezclarse con la gente. Renville la siguió, pero se dio cuenta de lo ridículo de la situación y volvió a la mesa.
Estaba tan molesto que ni siquiera se daba cuenta que ya había bebido en exceso , pues cada vez que terminaba de sorber el aguardiente de manzana, Buck llenaba la copa nuevamente.
La gente bailaba y cantaba. Todos parecían felices después de seis semanas de tensión.
A cierta altura, Renville vio a Treasure y se levantó para seguirla, pero estaba completamente atontado y las piernas no obedecían las órdenes del cerebro.
Entonces, como por milagro , Treasure apareció enlazada del brazo de Collette, para sentarse en la mesa.
Sin entender bien por qué, Renville sintió un frío en la barriga al verla tan bella y tan cercana. Si estirase el brazo hasta podría tocarla. Y , Dios , cómo quería tocarla, cómo deseaba besar los labios rosados y perderse en las curvas generosas de ese cuerpo suave !
Ah, Sterling Renville la odiaba, pensó Treasure, mirándolo por debajo de las largas pestañas. Era fácil leer la expresión de odio en los ojos cenizas. Claro que eso no debería afectarla... Pero la verdad era que la afectaba. Cuando había bailado con Renville, había sentido todo su cuerpo estremecerse, una sensación que nunca había experimentado antes.
Confundida, Treasure tomó la copa de Buck y tomó un gran trago del coñac que su padre servía generosamente a todos. Al terminar, pidió más, en lo que fue prontamente atendida. Estaba tan inmersa en sus propias emociones que ni siquiera se dio cuenta que, al contrario de lo que solía suceder, Buck permitía que bebiese cuanto quisiese. Durante un largo tiempo, Treasure se quedó allí mirando disimuladamente a Sterling Renville y sorbiendo la bebida refrescante.


Una hora más tarde, un carruaje se dirigía a la mansión, con dos personas durmiendo y algunos habitantes de Culpepper acompañando el vehículo.
Cuando el carruaje se detuvo cerca del pórtico de entrada, la señora Treacle entró para encender el candelabro y Lem Hodgson cargó al barón adentro, agradeciendo a Dios por no haber sido escogido para ser el hombre atrapado en la cama al lado de Treasure.
Buck y Pen se encargaron de sacar a Treasure del carruaje y después de llevarla a lo que todos habían convenido en llamar "lecho nupcial".
Trabajando en equipo , los miembros de la comunidad trataron de poner a Treasure y a Renville lado a lado en la enorme cama del barón.
Se detuvieron para mirar la escena mientras una pensativa Collette cruzaba los brazos sobre su pecho.
— No será convincente si los dos están completamente vestidos — comentó la ex camarera de la taberna.
Los otros la miraron horrorizados, pero Collette miró firmemente a Annis y a la señora Treacle.
— Ustedes deben salir — Annis le dijo a los hombres.
Ella vaciló en desvestir a su hija, pero fue alentada por la mirada firme de Collette.
Cuando Treasure sólo vestía la camisa interior , Annis vaciló una vez más .
— No... Eso no — ella susurró.
— Quién está bajo la lluvia es para mojarse, Annis Barrett. Si ella está desnuda no habrá duda sobre lo ocurrido — declaró decididamente Collette.
Annis cubrió a su hija con una sabana y fue hacia una cómoda para tomar un cepillo .
— Cielos, qué haces ahora? — Collette preguntó, viendo a Annis deshacer la trenza de su hija y soltarle los cabellos para que se esparciesen en ondas suaves sobre la almohada.
— A algunos hombres no les interesa tanto la desnudez, pero se excitan con los cabellos sueltos y perfumados.
— Está bien — Collette concordó, mientras se dirigía a la puerta para llamar a los muchachos para que se ocupasen de Renville.
Pronto el barón fue desvestido sin mucha ceremonia. A continuación, las mujeres colocaron las sabanas sobre los dos y ya se preparaban para salir del cuarto cuando Collette intervino nuevamente.
— Creo que los dos deben estar mas cerca uno del otro — Collette continuaba conduciendo la acción.
La obedecieron y observaron el resultado.
— No sería mejor si el barón estuviese mirándola? — Fue el turno de Pen hacer su sugerencia.
— Tal vez ... Él debería ... tocarla — Buck también resolvió participar.
— Buck Barrett! — Annis lo reprendió, molesta.
— Bien, yo siempre la toco cuando estamos en la cama — él se justificó.
— Intenten pasar un brazo de él alrededor de la cintura de Treasure — la señora Treacle sugirió, mirando a Annis como quien pide disculpas.
Pen hizo lo que ella sugirió.
— Está mejor — Benton Hegley aprobó. — Pero .. un poco más arriba .
— Más arriba — cuatro voces susurraron al mismo tiempo. Pen puso la mano del barón cerca de uno de los pechos de su hermana.
— Oh, por el amor de Dios! — Collette exclamó, adelantándose y acomodando la mano del barón sobre un pecho de Treasure.
Todos aprobaron y sonrieron, a excepción de Annis, quien estaba muy avergonzada. Pero una cosa no podía negar, ahora si que Treasure y Renville parecían dos jóvenes amantes.
Silenciosamente, el grupo de conspiradores salió del cuarto. La suerte estaba echada.

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